Este fin de semana me tocaba jugar el torneo mejor dotado en premios que hasta la fecha había podido disputar, pero yo no lo sabía, de hecho para mí era mejor no saberlo, es decir, no imaginarte el final.
Cuando voy a jugar este tipo de torneos, es competición en esencia pura, dónde una buena partida se ve recompensada, por haberte superado a tí mismo, y por consiguiente llegar al hoyo 18 con opciones de ganar.
En mi caso, cuando me pongo al tee del 1 de cualquier campeonato, incluido la liga Driver, consigo desconectar del mundo y sólo pienso en darle un sentido, a la manera de golpear a la pelota (como diría el "Pisha") o la bola (como dirían lo puristas entre ellos mi primer profesor a partir del año 2006, Castro).
Si nos ponemos en el tee de salida, y miramos hacía delante debemos saber que estamos frente a un embudo, tenemos una calle ancha, un green más pequeño y por fin un agujero diminuto que hay días que se mueve y otros que nos escupe las bolas porque quiere ir vestido con corbata, pero nosotros debemos pensar y reconocer cuales son nuestras virtudes y nuestros defectos para poder salir de ese embudo de forma victoriosa hasta en 18 veces, ya que si no nos conocemos a nosotros mismos puede ser que en el hoyo 14 ya vayamos mareados.
Este fin de semana era especial, viajaba a Marbella acompañado de la familia, la final del IV Circuito Melià me esperaba pero sin saber lo que me depararía, pero viajaba con buenas sensaciones, me faltaban unos ajustes en el putt, no encontraba la manera de empuñar bien el palo, sabía que lo iba pasar mal en ese sentido, y por ello me propuse que la mayor parte del calentamiento sería en el putting green, todo un acierto 35 minutos, y de repente cojo el palo en las 3 últimas bolas de práctica y noto la sensación, "lo tengo", está claro el golf es un juego de "feeling".
Durante mi camino hacia Hoyo 5 del Campo A (Campo A+C) de la Quinta Golf Resort (Hoyo 1 para mí porque se salía a Tiro), iba pensando únicamente que debía disfrutar del campo, darle a la bola con ritmo y concienciándome que por mi handicap daría como mínimo 7 golpes malos, porque recordar que el handicap siempre sale y porque además no conocía el campo.
No voy a contaros cada hoyo, pero sí cuatro anécdotas que me pasaron durante la partida, la primera es el Hoyo 5 (Hoyo 1 para mí) un par 4 de 405 metros, uff, larguísimo, aquello era un embudo dónde no veía el final, y claro, salí con dudas, y la primera en la frente, cerrojazo de 150 metros, y el handicap más bajo de la partida y la peor salida, pero bueno, pensé ya llegaré, me lo tomé como un par 5, saqué mi híbrido 2, la deje a 60 metros, luego el 56º y mientras los otros se iban liando yo estaba de tres a tres metros en disposición de salvar el par y de repente me puse a la bola cogí el putt como en el campo de prácticas, y para dentro, le había hecho el par al handicap 1, a partir de ahí hice 7 pares seguidos más.
La segunda anécdota fue el primer bogey que hago, no conocía el campo, y no pensaba que con el driver me podría cruzar, salí y la golpeé mal, salió recta abriendo, total que acabé en un descampado, parecía un camino de tierra, además recién arreglado con gravilla, y tenía enfrente de mí un talud de casi 8 metros, me dicen los compañeros "es un camino, te puedes aliviar", yo les contesto "NO, TENGO QUE JUGARLA COMO REPOSE, PORQUE LAS REGLAS LOCALES NO DICEN NADA, NÍ ESTA MARCADO COMO TERRENO EN REPARACIÓN", juego como reposa, le doy un golpe muy malo, pero sube el talud y se queda en mitad de la calle, al final hago un 5, pero salvando el bogey con un putt de 4 metros, ese bogey me supo a birdie.
Después de hacer tres pares más seguidos, la tercera anécdota es que ya empiezan los compañeros de partida, tu vas sobrado de handicap, bla, bla, bla, ante eso yo respondo "quedan muchos hoyos", ese hoyo lo saco con mucho esfuerzo y entonces empiezo a pensar en el resultado final, cosa que hasta ese momento no había hecho, y hago tres bogeys seguidos, pero todos ellos siendo consciente que había fallado tres golpes de forma clamorosa pero que era mejor el bogey que el doble bogey.
Y por último la cuarta anécdota dónde me dí cuenta que tenía opciones de ganar fue en mi hoyo 16 (hoyo 2 del Campo A), la estrategía era no pegar el driver, porque te ibas al agua de vuelo, entonces decidí utilizar el híbrido 2, la golpee de maravilla cerrándola un poquito, pero muy larga, faltaron 10 metros para llegar al agua, y me dije buen golpe, cuándo fue a poner la funda al híbrido, resulta que me había equivocado, había cogido el híbrido 3 y por esa razón no había caído en el agua, entonces pensé que tenía que aprovechar esa fortuna, he hice tres pares seguidos, al final hice +4 del campo para un total de 75 golpes (par 71), mejor partida jugada y con una pizca de fortuna.
Cuando iba para la Casa Club entonces me decían mis compañeros que el premio al campeón era un viaje para dos personas a la República Dominicana en régimen de Todo Incluido, 6 noches y coche de alquiler y que posiblemente yo me había quedado campeón porque había hecho 39 puntos, uff, no me lo creía.
Por la noche, en la entrega de trofeos anunciaron mi nombre como ganador, y fue increible, estaba muy contento porque el esfuerzo se había visto recompensado, pero lo que yo había sentido por la mañana en mi vuelta, era algo especial, era SIMPLEMENTE GOLF.
Fuerza, honor y mucho golf para todos los driver@s
Capi
P.D.: Un agradecimiento especial a Vicente Bernad Junior, sin su invitación a jugar este torneo, nunca hubiese podido experimentar estas sensaciones.
